lunes, 2 de julio de 2012

Docere et Delectare

Lo puedo explicar. No es que haya estado tres meses sin leer un libro, sino que los dos libros que he leído eran tan técnicos y especializados que dedicarles una entrada me habría resultado tedioso hasta a mí. Me ahogaba en un mar de terminología.

Ahora estoy con una verdadera obra de arte de la Literatura patria que llevaba demorando demasiado tiempo: "El Conde Lucanor", versión castellano antiguo. Título completo: "Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et de Patronio", para ser más exactos.


Y me vais a permitir que me contagie de él en lo que a estilo se refiere (no completamente, porque si no, la entrada iba a ser un tanto enrevesada y tampoco quiero que os durmáis)


Infante Don Juan Manuel

Debo decir que es un auténtico deleite, y que agiliza en mucho la forma de discurrir. Me apasionan los libros con un punto de complejidad lingüística: agudizan el intelecto y por ende la retórica. Y éste en concreto satisface ambos aspectos, dado que debo estar continuamente deduciendo la evolución lógica del lenguaje: giros y expresiones, conjugaciones verbales, arcaísmos, etc. Y me plantea muchos interrogantes sobre la progresión del castellano. Me impulsa a investigar matices, connotaciones y etimología de diversos vocablos. Me obliga a querer saber más acerca de las circunstancias históricas y sociales que rodearon a su autor, Don Juan Manuel; a profundizar en los antecedentes asentados por Horacio con su máxima de "docere et delectare" y en la tradición de los "exempla". Y por último me retrotrae a aquellos recuerdos de la adolescencia en que en el colegio se estudiaba sucintamente la literatura medieval y me montaba mis propias batallitas mientras el profesor hablaba de fondo.

Es cierto que ayuda conocer algo de latín, italiano, francés (o demás lenguas romances), pero sin éstas es medianamente asequible seguir la lectura, eso sí, asumiendo que alguna que otra palabra no es fácil de asimilar y que no está demás tener a mano a nuestro inseparable Internet para averiguar qué diantres significa.


Una última recomendación a los que se animen a adentrarse en sus páginas: bajo ningún concepto elijáis la edición de EL PAÍS Clásicos Españoles, porque es mala, no, lo siguiente.



Me exaspera leer la misma palabra de todas las formas ortográficas posibles. He llegado incluso a pensar que no es fallo de la edición, que debe de ser que en la época en que se escribió, allá por el 1330, el castellano aún andaba cojeando y ni siquiera los más duchos se ponían de acuerdo en si se escribía con v o con b, con o sin h, cuándo había aféresis, cuándo se apocopaba... 
Pero me parece una hipótesis casi conspirativa. Además, yo soy más de la Navaja de Ockham, de modo que me inclino por que la edición ha sido poco cuidada y pobremente revisada. En fin, al menos se han dignado a añadir un glosario con los términos que ellos consideran más difíciles.

Y vosotros, ¿preferís las versiones originales u os decantáis por las adaptaciones actuales? ¿Alguna vez ha caído en vuestras manos una edición tan pésima que la arrojaríais a la chimenea gritando "porca miseria"?

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