sábado, 1 de octubre de 2011

Análisis del miedo

El otro día quedé con un grupo de amigos de la universidad para tomar unas cañas y echar unas risas. O así hubiera sido si la conversación no hubiese derivado hacia el lado totalmente opuesto: el miedo. Y todo porque un colega nos relató su última aventura.

Hay a quien le gusta saltar en paracaídas, hacer puenting o practicar otros deportes extremos. A ese amigo le gusta pasar miedo. Es su forma de descargar adrenalina.

El destino elegido por este chaval para obtener su subidón fue el hospital psiquiátrico abandonado de La Barranca, próximo a Navacerrada. Nos contó que era relativamente fácil colarse y que una vez dentro sólo quedaba esperar que ocurriese algo, porque lo normal y lógico es que no ocurra nada, que es básicamente lo que circunda y abunda en ese lugar: nada.



No pasó más miedo del que ya hubiese pasado en otros edificios deshabitados; su interés por ir a ese lugar venía de las experiencias de conocidos que detallaban lo típico de todas las casas encantadas: ruidos, voces y sombras.

Yo siempre he abogado que el 80% de la culpa de sentir miedo es nuestra; de nuestro cerebro al que en ese momento le da la neura de ser irracional y de no atenerse a razones; de la pura y dura sugestión. Y el otro 20% de las circunstancias o situación. Si se va a un sitio a pasar miedo, cualquier ruido va a parecer extraño porque se va predispuesto a ello. Como ir al cine a ver películas de terror.

Hay quien no entiende esa afición por este tipo de películas, porque ¿para qué ir al cine a pasar un mal rato? Para muchas de mis amigas, todo lo que tenga que ver con lo parapsicológico no les interesa lo más mínimo por el mismo motivo por el que a mi otro amigo sí le atrae: porque pasan miedo.

A mí siempre me ha gustado el mundo del misterio porque vivo firmemente convencida de que todo tiene una explicación científica, aunque todavía el ser humano no haya alcanzado el nivel de conocimiento suficiente como para poder dilucidarlo.

Y a vosotr@s ¿alguna vez os ha pasado algo fuera de lo normal? ¿Algo que os haya puesto los pelos como escarpias? ¿Un miedo que, luego pensándolo fríamente, no era para tanto?

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